En mi anterior artículo, mencionaba las diferencias entre una ruptura (una
revolución), una transición (de la dictadura a la democracia, en España), o una
absorción (cuando una empresa compra a otra).
Resaltaba que
para poder transitar a un futuro más funcional, sin entrar en ruptura, se ha de reconocer el pasado y respetarlo, sabiendo mirar a los que han llegado antes y lo que han logrado.
Pudiera
parecer que de esta forma estamos atados al pasado, sin posibilidad de cambio
real, condenados a vagar por las disfuncionalidades del sistema antiguo con
poca capacidad de reacción.
Esto es así
en la mayoría de los casos, los seres humanos vivimos anclados víctimas de nuestras
creencias y valores a los que adoramos en silencio, incapaces de vislumbrar las
cadenas que nos atan al dolor y a la infelicidad.